Todos los días la marea del Atlántico sube cubriendo varios kilometros de playa por donde corre el Rio Grande. También, todos los días, la marea baja dando lugar a una inmensa playa. En el proceso, los peces de mar y los de rio se juntan eb la boca de la desembocadura; posiblemente a ponerse al día sobre temas comunes y corrientes. Al bajar tan rápidamente la marea, algunos de estos peces sin fronteras quedán atrapados en pequeñas lagunas de agua. Cuando esto sucede, algunos residentes aparecen con arpones o largas varas de hierro, dispuestos a cazar uno de los curiosos peces perdidos.
Marea alta
Marea baja
Una tarde de poco sol y mucho viento, decidimos con José -nuero de Willy- ir a competir con los viejos arponeros en la compatencia de caza de trucha varada. Entramos por la orilla más cercana al Club Náutico, con una vara de hierro cada uno, caminando sobre piedras, con las piernas cubiertas por agua salada y dulce, decididos a salir victoriosos.
De pronto, sin aviso, una trucha asustada comenzó a nadar contra la corriente, en busca de alguna salida -inexistente sabíamos nosotros, pero no ella- o algún refugio. El agua delataba la ubicación del pez, la espuma blanca que dejaba al aletear entre las pequeñas aureolas que producía el viento era suficiente para saber donde impactar con la vara. Así fué, sin pensarlo mucho, sin ser totalmente conciente de lo que estaba sucediendo al impactar con hierro sólido a un pez sin escamas.
La escena me recordó a quienes cazan lobos marinos a los golpes, un método súmamente cruel, sin escrúpulos, sin asco, pero con necesidad de muchísima determinación; entre corridas, saltos y golpes, entre nuestros pies yacía, debilitada, una trucha de más de 6 Kg, lista para ser sacrificada en nombre del hambre.
La experiencia fué única, sacar lo primitivo de adentro es plenamente gratificante; poder utilizar esa parte que hemos reprimido por medio de modales, costumbres, protocolos y demás estigmas sociales.
El haberme conectado con mi animal interior, me ha hecho sentir más vivo.
Yo se lo que es tener un animal entre tus Manos recuerdo ese Puelco que tuve que sacrificar para que podamos comer en Cuba..
ResponderEliminarUn Abrazo Grande
Sebastian
Oye Pipo, tienes razón! jajaja Que grande Seba!! Te mando un abrazo gigante, en año nuevo recordaba aquella noche con Fidelina y el ron en la Plaza.
ResponderEliminaralta trucha mati!!
ResponderEliminarabrazo grande, segui disfrutando!
Stevo
Mati se te ve contento, que bueno!!!
ResponderEliminaresa noche seguro que comiste bien jaja.
en este viaje yo quize pescar pero hacia tanto calor o frio que nunca se pudo hacer.
que bueno que l;a estes pasando bien yo en 5 dias me buelvo para bs. as.
disfruta mucho lalo
Con Pablo, (mi primo) pasabamos noches enteras en la escollera de Necochea pescando, charlando, escuchando la pequeña radio y cuando pescabamos algo, masazo en la cabeza, desescamada, limpieza de viseras (lo mas desagradable del proceso) y luego a la parrillita q nos llevabamos para disfrutar de la victoria! Pisar un hormiga, matar un mosquito, arrancar una lechuga a comerse una fruta, no suele darnos esa sensacion de superioridad de los reinos. Cuando hay hambre lo primitivo es la unica solucion de nuestra supervivencia. KiLL THE FISH !!!!
ResponderEliminarDebo reconocer que como nunca pase hambre, pescar era un deporte y ese golpe certero en la nuca del inferior me causaba sierta molestia en la conciencia, debe ser mi parte maripozeto.
;0) Si llegas a caminar por la Pampa Seca tendras oportunidad de cazar jabalies, ahi si no crese una puta lechuguita y tampoco existen los supermercados. Con lanza en la mano y al grito de Suriheinkeeeen!!!!!