8 de enero de 2010

Un encuentro epecial

Antes de salir de Buenos Aires, mi tío, padrino y amigo Alfred me había puesto en contacto con un amigo suyo, residente de Ushuaia. Su nombre es Rodolfo Planes, rockero y, como todo músico de alma, apasionado por la vida y las experiencias que esta trae consigo.
Rodolfo vive en Tierra del Fuego hace más de veinte años, primero en Rio Grande -donde vivió durante la Guerra del '82- y luego en Ushuaia. Fue testigo de los grandes cambios que trajo el crecimiento de la ciudad, los buenos y los malos.
Entre cervezas, me contó que Ushuaia no es sólo aquella postal bonita. Existen, aunque en menor escala que en las grandes ciudades del mundo, conflictos socio-políticos los cuales han incrementado como producto del "desarrollo y evolución" de la ciudad. Más allá de estos conflictos, es un apasionado y amante de la región lo cual expresa con más que palabras.
También compartió conmigo la verdad sobre la desaparición de los pueblos originarios de la región, dicha por un amigo arqueólogo, "Murieron de contaminación de plomo", en otras palabras, a los tiros.
Me alegra mucha haberme juntado a compartir una cena y conversación ya que vi en él un sabio, producto de la vida misma, con un complemento muy sano, el buen sentido del humor; un hombre de grandes valores y valiosas experiencias que a tomado como impulsores de crecimiento personal, resultando en una persona muy interesante, optimista y llena de vida.

2 comentarios:

  1. Toi en Punta Matu, semana que viene leo los post y contesto. Que bueno q te reuniste con Rodolp ;=)

    besote

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  2. Esperaba el regreso del tío para comentar.
    Todo lo que dice Matías es mentira! (menos en lo de rockero, jajaja). Ya no soy más que un viejo cascarrabias que ha visto mutar "su" pueblito montañés en esta extraña urbe políglota, suerte de Babel moderna pero que por fortuna guarda escondido el mágico encanto que solamente una persona atenta y sensible como Matu podría haber descubierto.
    No puedo más que augurarle fortuna en esta aventura personal que -lo confieso- me parece más un acto de vida pura que un antojo juvenil.
    Ha sido un placer y un honor conocerte y compartir esos momentos, Matías.
    Nos vemos a la vuelta!
    Un abrazo enorme.
    Rod.

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