Lo más difícil es empezar

A veces, sentimos una voz que proviene del interior, o un latido más fuerte que produce pulsaciones que quieren transmitir un mensaje como si fuera en código morse... pero, no hacemos mas que escucharla por un rato y luego, vencidos por los miedos, elegimos ignorar esas señales de lo más profundo de nuestro ser, para continuar en el plano de la falsa estabilidad que pareciera asegurarnos un futuro feliz.

El conformismo de una vida que promete felicidad finita, por medio de posibilidades de actualizaciones de los mismos productos que ya nos vendieron y que no necesitamos, nos lleva a callar los sueños y deseos de nuestra alma; así nuestros miedos crecen y buscamos excusas -que suenan muy válidas socialmente- para no empezar a dedicarnos a lo que queremos, a cumplir un sueño, a dejar un hábito... Empezar se hace difícil cuando dejamos que los miedos se transformen en obstáculos, en vez de en motores del deseo de querer superarlos y así lograr más de lo que creemos posible.

Por suerte hay quienes por medio de sus experiencias cómo cumplidores de sueños, nos enseñan que si lo soñás y lo empezas, lo lográs.
Candelaria y Herman Zapp, una pareja de argentinos -trotamundos de oficio- en un Graham-Peige del año 1928 recorrieron las tres américas, uniéndolas con una huella inborrable de una historia de fe, sueños cumplidos y amor por la Vida. En su libro "Atrapa tu sueño" cuentan su travesía en aquel auto, desde Buenos Aires a Alaska, el cual no hicieron para romper un record, o demostrar grandeza y omnipotencia, sino con el fin único de cumplir su sueño; el sueño que tenían desde que se conocieron a los 8 años... (http://www.argentinaalaska.com/)
Así como los Zapp, hay miles de trotamundos cumpliendo su sueño de viajar; aquellos atentos oyentes de su voz interior, descifradores de aquel código que transmite el corazón, lleno de sueños queriendo ser cumplidos.

El 1 de enero de 2010, partiré de Buenos Aires -mi hogar durante estos 23 años de viaje en la Tierra- hacia lo desonocido de provincias y países de los cuales conozco sólo postales y prejuicios; escuchando a mi corazón como único agente de viaje y teniendo fe en que lo más difícil habrá sido superado cuando empiece.

Te invito a acompañarme en la continuación de este viaje que llamo Vida, con todos sus condimentos que aún no puedo, ni quiero, imaginar.