Continuando con el armado de la nave

Han pasado dos meses de mi arribo a Rio Grande; momento en el cual comencé a organisar mi travesía "Caminando por los chicos" y, consecuentemente, el diseño del carro.

Por mucho tiempo no hice más que mirar el material disponible e imaginar el carro terminado, rodando sobre sus tres ruedas, cargando el peso de mis recursos.

Hace no más de una semana, cuando la ansiedad que me generaba el ver que el armado no avanzaba y los días pasaban me estaba superando, un viajero australiano, Dean "Dino" Fiore (decimos ser primos lejanos), me preguntó acerca del carro y mi viaje, y decidió ayudarme en el armado del mismo. Su pasado en la industria de la mecánica y construcción, complementado con su pasión por la aventura, motivaron a Dino a formar parte de mi proyecto con gran dedicación y entusiasmo.

Hemos estado trabajando duro, cerruchando metales, desarmando bicicletas, lubricando tuercas y rulemanes, limando bordes filosos, modificando las ruedas, y compartiendo ideas para hacer del carro algo práctico y resistente.

Su ayuda es impagable, ya que sale del corazón. Ver a Dino por la mañana, con ganas de seguir invirtiendo su tiempo en mejorar el carro me recuerda que todavía existe gente que da sin esperar recibir, gente que da amor incondicionalmente por medio de acciones directas; lejos de importar el recién habernos conocido.

En estos días soldaremos las piezas en su lugar en el taller de Ramón, mecánico amigo de Willie.

¿Cómo quedará esta nave casera?